Barbara Jacobs
Cuauhtémoc Gutiérrez García
Visitando algunos textos dispersos de Bárbara Jacobs (México, D.F. 1947), releí su libro Escrito en el tiempo, que es una colección de cincuenta y tres cartas dirigidas al director de la revista Time sobre temas tratados en el mismo número de publicaciones; todas con un denominador común: inician con una pregunta, y de esta parte todas las reflexiones de la escritora sobre el tema leído en la revista. ¿Por qué estas cartas con una pregunta general atrapan al lector en el tema y el autor es capaz de conducirlo hasta que concluye con sus reflexiones? ¿Es el género, es la técnica, es el oficio, o en cambio lo es todo?
Cuando me propuse por primera vez escribir esta columna, aclaro, ha pasado mucho tiempo desde que lo hacía para la radio, y más aún cuando lo hice para un suplemento cultural; pensé que la crónica era el género idóneo; porque podría, según mi opinión inicial, visitar temas sin ser un especialista en la materia y encontrarles fundamentalmente algunas correlaciones con temas culturales o de interés general; hasta ese momento me parecía una cuestión sensata; el problema fue, por decirlo así, el principio. Aquellas notas que había acumulado, nos las podía transportar al papel; datos sueltos, imprecisiones gramaticales, párrafos deshilvanados, todo ello en realidad no eran nada. Nada en absoluto. Pero no podía desistir, algo debe de salir, pensé por largos días −en realidad lo sigo pensando−, qué tan tozudo puedo ser y hacerlo tangible, o mejor dicho, algo que se pueda leer, porque sabido es mis recursos literarios son limitados. La tradición me indicaba, como decíamos en aquellos años, que publicar era una tarea fundamental para la formación de los cuadros, sí así era el término, y para intensificar la discusión de las ideas. ¿Qué pasó? Nos cansamos de publicar, o de exponer nuestra nuestro ideario y toda nuestra carga intelectual. Creo que ninguna de las dos cosas; simplemente hubo pocos que lo hicieron sistemáticamente, ese era otro de nuestros términos utilitarios frecuentes, y no precisamente exponían sus idearios, ni analizaban, ni promovían el libre flujo de ideas, ni… bueno en fin, el escribir es una ardua tarea y se vuelve más complicada cuando no tienes ni el oficio, ni la intención, ni necesidad de expresarte, porque al final del día te conformas con ser un lector contumaz, medianamente enterado del mundillo literario.
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